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QUINARIO A NUESTRA SEÑORA DE LA PIEDAD

QUINARIO A NUESTRA SEÑORA DE LA PIEDAD

Bajo tu protección nos acogemos, Santa Madre de Dios. No deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades. Antes bien, líbranos siempre de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita. LECTURA-REFLEXIÓN

Hijo, ahí tienes a tu Madre. Son las palabras más hermosas escuchadas por un ser humano en escenario de sacrificio y sufrimiento, de entrega plena y amorosa. Nosotros, Madre, nos reconocemos también en Juan, el discípulo creyente y amado, al pie del Gólgota, y venimos a tus plantas de misericordia para hacer nuestras estas palabras de Vida que salen de la boca de nuestro Maestro, Señor y Salvador. En estos tiempos especialmente difíciles para nuestro pueblo te pedimos para cofrades, y para todos nuestros familiares y amigos. la salud y la paz. También por los que mueren. Vemos a tu Hijo tendido en tus brazos de Madre, inerte y herido por la muerte, y reconocemos como nuestro Señor al que ha llevado nuestro dolor hasta el final, anhelando contigo la victoria de la esperanza y la resurrección. Señora de la Piedad, abogada nuestra, intercede por nosotros, por nuestras familias y por todos los que comparten sufrimientos y alegrías en este mundo, y que lo hacen confiados a tu amor incondicional y materno.

AMÉN.

ALABANZAS A LA SANTÍSIMA VIRGEN DE LA PIEDAD

Alabemos a la Virgen de la Piedad, nuestra Reina y Señora, diciéndole: VIRGEN DE LA PIEDAD, ENSÉÑANOS A ORAR.

  • Porque tú eres la mujer madre concebida sin pecado y abierta al misterio…

  • Porque eres la mujer discípula, fiel oyente y seguidora de la Palabra de Vida

  • Porque en ti vemos un ejemplo de obediencia a la voluntad de Dios, de Piedad y de amor, incluso en el sufrimiento y el mayor de los dolores…

(En un momento de silencio, pidamos al Señor, por intercesión de Nuestra Señora de la Piedad, la gracia que deseemos alcanzar)

ORACIÓN FINAL

OH, MADRE Y VIRGEN DE LA PIEDAD, QUE EN TU REGAZO TIENES A TU HIJO, MUERTO POR NUESTROS PECADOS. TUS MANOS LEVANTADAS OFRECIÉNDOLO AL PADRE. TU MIRADA CLAVADA EN EL CIELO. LA PROFECÍA DE SIMEÓN CUMPLIDA, Y TU ALMA TRASPASADA POR EL DOLOR DE VER Y TENER A TU HIJO MUERTO. SEÑORA DE LA PIEDAD, AYÚDANOS A CONSOLARTE, SIENDO TESTIGOS DE TU HIJO EN MEDIO DE NUESTRO MUNDO, LLEVANDO SU AMOR A TODOS NUESTROS HERMANOS. ASÍ SEREMOS TAMBIÉN HIJOS TUYOS. POR JESUCRISTO NUESTRO SEÑOR.

AMÉN.

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