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2º DÍA DEL QUINARIO A NUESTRA SEÑORA DE LA PIEDAD

Bajo tu protección nos acogemos, Santa Madre de Dios. No deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades. Antes bien, líbranos siempre de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita.




LECTURA-REFLEXIÓN


Y, efectivamente, Pilatos, cobardemente, accede a estos gritos y le condena a muerte. La gente oye la sentencia y aplaude. La oye María, la oyes tú y ¿Qué haces? ¡Jesús condenado a morir! Él muere y ¿tú puedes vivir? ¿Cómo la recibirían Jesús y María en esta sentencia?

Mira a Jesús, sin poderse tener en pie, hacer un esfuerzo supremo y lanzarse con avidez al encuentro de la cruz que le traen los sayones. Mírale bien cómo se abraza con ella, cual si fuera algo muy deseado o querido. No quiere, no, que nadie se la lleve y Él mismo se la carga sobre sus hombros. ¡Qué generosidad! ¡Qué amor el suyo tan verdadero!

Escucha lo que la Virgen te quiere decir, te habla, sin duda alguna, oye bien lo que te dice. Que reconozcas por tu Rey a Jesús, que Él sea el único que reine en tu corazón, que nadie, ni tú mismo, ocupe el lugar que a Él solo corresponde; que tengas generosidad en el sacrificio, que no solo aceptes, sino busques y ames la cruz; que ella será tu dicha y tu felicidad, que la lleves con constancia y hasta lo último, que Ella te ayudará.

En fin, que veas lo que es el pecado y repares los tuyos con la penitencia y el fervor, al mismo tiempo que desagravias a Jesús por los pecados de todo el mundo. Que no sea tu alma cobarde, ingrata, infiel ante un amor como el de Jesús. ¿Lo escuchas bien? ¿Lo entiendes? Y ¿qué le respondes?


ALABANZAS A LA SANTÍSIMA VIRGEN DE LA PIEDAD

Alabemos a la Virgen de la Piedad, nuestra Reina y Señora, diciéndole: VIRGEN DE LA PIEDAD, ENSÉÑANOS A LLEVAR LA CRUZ.


  • Porque obedeciste siempre los designios de Dios.

  • Porque siempre caminaste al lado de Jesús

  • Porque te encontraste con Él en la calle de la amargura.

(En un momento de silencio, pidamos al Señor, por intercesión de Nuestra Señora de la Piedad, la gracia que deseemos alcanzar)


ORACIÓN FINAL

OH, MADRE Y VIRGEN DE LA PIEDAD, QUE EN TU REGAZO TIENES A TU HIJO, MUERTO POR NUESTROS PECADOS. TUS MANOS LEVANTADAS OFRECIÉNDOLO AL PADRE. TU MIRADA CLAVADA EN EL CIELO. LA PROFECÍA DE SIMEÓN CUMPLIDA, Y TU ALMA TRASPASADA POR EL DOLOR DE VER Y TENER A TU HIJO MUERTO. SEÑORA DE LA PIEDAD, AYÚDANOS A CONSOLARTE, SIENDO TESTIGOS DE TU HIJO EN MEDIO DE NUESTRO MUNDO, LLEVANDO SU AMOR A TODOS NUESTROS HERMANOS. ASÍ SEREMOS TAMBIÉN HIJOS TUYOS. POR JESUCRISTO NUESTRO SEÑOR.

AMÉN.




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